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Economía

Sniace: 1.000 días de sufrimiento y lucha

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SniaceAcuerdoJunio2016

1.000 días de sufrimiento y lucha. Para ser exactos 984 días, que comenzaron en el ORECLA el 23 de septiembre de 2013, cuando a medianoche se rompía la negociación ante el enroque de las posturas: la dirección de Sniace en aplicar despidos y el comité en mantener la plantilla sin bajas traumáticas. 984 días que han terminado hoy, 3 de junio, también en el ORECLA pero al mediodía, con la firma del acuerdo laboral entre la empresa y los trabajadores para –previa conformidad del Tribunal Supremo- la reapertura de la fábrica de Torrelavega y la vuelta de la plantilla a sus empleos.

Para algunos serán en realidad 1.012 días, desde aquel 23 de septiembre de 2013 hasta el próximo 1 de julio, cuando los trabajadores firmen los contratos para volver a la fábrica. 1.253 días para quien prefiera empezar a contar la incertidumbre desde que el 28 de diciembre de 2012 -día de los Santos Inocentes- les comunicaron el primer Expediente de Regulación de Empleo para los trabajadores de Viscocel.

En cualquier caso, un millar de días, tres años y medio largos, de manifestaciones, movilizaciones, reuniones, encierros, más reuniones, gestiones, concurso de acreedores, asambleas, citas judiciales, la CNMV, plenos, una ampliación de capital, Seguridad Social, SEPE, llamadas, declaraciones, inversiones, y más reuniones..., algunas públicas y otras privadas.

Y detrás de todo eso la plantilla y el comité. Parte de la plantilla y parte del comité. Empezaron siendo unos 533, en plantilla y en las movilizaciones, y poco a poco fueron reduciendo ese número. Unos por cansancio, otros por desencanto, otros porque la vida sigue, o por desgracia deja de seguir. Aún con todo, como en la aldea del comic de Asterix, un grupo de irreductibles, formado por trabajadores despedidos pero también por jubilados de la empresa que querían seguir apoyando a sus compañeros, por familiares, por amigos... han seguido batallando "contra esos locos romanos", aunque para muchos los locos fueran ese grupo de personas que, tras una pancarta con el lema "Sniace en lucha", seguía recorriendo las calles, inasequible al desaliento de una machacona realidad que parecía reafirmar cada día que la reapertura era causa imposible.

En el comité de empresa las cosas estuvieron claras desde el principio. El comité ha estado formado por UGT, SUC y CCOO, cuyos representantes han seguido un largo viacrucis de reuniones con administraciones, organismos y entidades relacionadas con el conflicto laboral o que creían que podían aportar algo a la situación. Aún antes del despido de la plantilla USO rompió la unidad sindical, y cuando la plantilla fue despedida se desvinculó voluntariamente de los demás sindicatos y sus acciones, argumentando que cerrada la fábrica no existía ya comité de empresa. Posteriormente, por motivo legales, USO ha participado en reuniones y procesos, pero siempre con posturas contrarias a las del comité. De hecho, instituciones –como el Ayuntamiento de Torrelavega-, el resto de sindicatos y la propia empresa han acusado a USO de poner palos en las ruedas de la reapertura de la fábrica.

En cuanto a las administraciones, está claro que la sintonía con el anterior Ejecutivo regional no fue buena y los desencuentros con el ex presidente Ignacio Diego o el ex alcalde Ildefonso Calderón forman parte del anecdotario de este conflicto. Pero sin duda, los mayores varapalos fueron los exagerados retrasos en buena parte de los procesos -como el levantamiento del concurso de acreedores o la salida a bolsa,  y la constatación de que la Seguridad Social no iba a condonar la deuda que se generaría en caso de reversión de los despidos de toda la plantilla, posibilidad por la que estuvieron mucho tiempo luchando los trabajadores.

Mejor cara le ha mostrado a la plantilla la Justicia. Varios aplazamientos en la Audiencia Nacional y en el Tribunal Supremo, han dado balones de oxígeno a los trabajadores para capear de alguna manera retrasos administrativos y bursátiles. De hecho, el Tribunal Supremo, tras conceder dos aplazamientos, fijo el 18 de mayo para pronunciarse sobre los despidos de Sniace y todavía el acuerdo laboral llegará a tiempo para que, antes de que sea firme la decisión, se pueda homologar el documento y revertir los despidos para 57 trabajadores prejubilables y dar cuerpo legal a las condiciones para el resto.

Una lucha, de 1.000 días, que no ha terminado. Hoy se firmaba en el ORECLA el acuerdo laboral entre la dirección de Sniace y la mayoría del comité (UGT, SUC y CCOO), y hoy mismo también se remitía al Tribunal Supremo y se comunicaba a la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Pero queda mucho camino por recorrer, hasta que la plantilla esté de nuevo trabajando en las plantas de Celulosa y Viscocel, los prejubilables jubilados y las contratas también incorporadas, un acuerdo fuera del marco legal porque no son trabajadores de Sniace pero cuya situación la plantilla no ha querido dejar fuera de los compromisos.

Si todo va bien, en los próximos días el Tribunal Supremo se pronunciará sobre el acuerdo laboral. Y aproximadamente 1 de julio se firmaran los contratos de la plantilla (a excepción de los revertidos prejubilables y de los que voluntariamente han causado baja en la empresa). De momento, indefinidos a tiempo parcial, para dar cobertura legal a la ayuda prevista para que los trabajadores sin prestación aguanten hasta el momento real de incorporarse a fábrica, y con el compromiso de que se conviertan en indefinidos a jornada completa de forma automática cuando se abran las plantas.

Todos los trabajadores, si se cumplen las previsiones, acabarán pasando entre septiembre de 2016 y junio de 2017 por la puerta de entrada de Sniace. Cada uno de ellos sabrá qué papel ha jugado en estos 1.000 días de sufrimiento y lucha.