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¿Libros o libros de texto?

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Nati-Obregon

El libro de texto es un instrumento de la educación que desde hace años está generando debate entre los docentes. ¿Cuál es su importancia en el hecho educativo? ¿Es imprescindible? ¿Libro de texto o libros en general?

Por lo que me indica la experiencia, en este tema hay dos opiniones contrapuestas: la que sostiene que el libro de texto es imprescindible y la que considera que no es necesario, sino que lo serían diversos libros y materiales de utilización colectiva. No estaría mal contemplar una tercera vía que haga compatibles las dos posturas anteriores.

Creo que se puede prescindir perfectamente del libro de texto como eje central y fuente casi única en cada materia que plasma un currículo ordenado que ha de seguir el docente. Esto puede hacerla más cómoda para el maestro o maestra, pero más rígida y de menos interés para el alumnado, además de no favorecer la educación en competencias.

Qué hacemos entonces; ¿eliminamos los libros? Sería una barbaridad. Los libros son la esencia de la educación y del aprendizaje; en ellos descubrimos la vida y los saberes, y por lo tanto tienen que ser parte esencial de la escuela. Libros y búsqueda del saber en cualquier formato, por lo que tenemos que tener presentes las nuevas tecnologías: Internet, tabletas... La flexibilidad y la variedad de fuentes mejorarán la tarea docente y el interés del alumnado.

Imaginemos una clase de ciencias naturales o sociales en la que se pone a disposición del alumnado una diversidad de libros y materiales para que, trabajando en grupo, puedan elaborar sus propios temas mediante la búsqueda de información, la realización de esquemas, la redacción de textos expositivos, la exposición oral ante los compañeros... Con el maestro como guía, el alumno es protagonista de su propio aprendizaje. Esta es una forma de aprender en competencias más interesante y provechosa que la utilización de un único libro de texto, con el que la enseñanza tiende a ser más memorística y rutinaria.

Imaginemos una clase de lengua en la que se aprende gramática al tiempo que a redactar textos, a expresarse oralmente, a saborear la poesía o los relatos de buenos autores, porque tenemos a nuestra disposición en el aula muchos libros de géneros literarios variados, a grandes poetas, cuentistas y novelistas, prensa diaria, revistas, textos y documentos de la vida cotidiana. ¿Por qué tengo que saber todos los tiempos del subjuntivo del verbo «hablar» si he aprendido a utilizar correctamente este verbo en mi experiencia de aula?

¿Y qué decir de las matemáticas? ¿Por qué no estudiarlas a partir de documentos reales de la vida cotidiana como facturas, tickets se compra, catálogos de supermercado, horario de trenes...? Las posibilidades son infinitas y permiten trabajar materias de forma global interrelacionando las diferentes áreas del currículo.

De lo expuesto hasta ahora se desprende que debemos dotar a los centros del presupuesto económico necesario para que puedan disponer de buenas bibliotecas y medios tecnológicos, además de animar e impulsar la labor de los docentes, que han de esforzarse día a día y poner mucha imaginación para estimular el aprendizaje de sus alumnos. Ciertamente, a veces es un trabajo solitario, que sientes que no reconoce nadie: ni la administración educativa ni la sociedad ni los padres.

Esta forma de abordar el proceso de enseñanza-aprendizaje (que no es nuevo ni me lo he inventado yo) puede ser también una manera de solucionar, en parte, ese grave problema que es para muchas familias la factura por la compra de los libros de texto al inicio de cada curso, más en esta época de crisis en que la Consejería de Educación apenas concede ayudas, muchas familias están en paro o con sueldos de miseria y algunos niños acuden al colegio sin libros porque en su casa no hay dinero para comprarlos.