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Salarios y empobrecimiento

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UGTCecilia01

Una de las más graves consecuencias de la actual crisis económica es sin duda la devaluación que están experimentando los salarios porque está contribuyendo a disparar los índices de pobreza de la sociedad española hasta niveles nunca antes cuantificados. Hasta su inicio, el desempleo había sido la fuente de empobrecimiento consustancial a las crisis cíclicas del capitalismo. Se perdía el trabajo y, consecuentemente, el poder adquisitivo del trabajador o trabajadora desempleada se reducía inmediatamente y, de manera progresiva, a medida que transcurría el tiempo en esa situación como resultado de las reducciones inherentes a las prestaciones por desempleo.

Pero, en la actual, a esa fuente de empobrecimiento tradicional en los períodos de depresión se ha sumado la devaluación salarial que los trabajadores y trabajadoras con empleo vienen sufriendo en los últimos seis años. Refrendar esta afirmación es una tarea sencilla pues basta con echar un vistazo, únicamente, a los índices económicos del pasado 2013 para averiguar que la remuneración de los asalariados cayó en un 3,5% respecto al año precedente. Hoy trabajamos para ser pobres. Y, por si esta circunstancia no fuese suficientemente grave en si misma, nos encontramos también con el hecho de que nuestro Salario Mínimo Interprofesional, además de ser de los más bajos de Europa (solo estamos por encima de Portugal y Grecia), ha sufrido una importante pérdida de poder adquisitivo desde 2010.

En el origen de esta nueva causa de empobrecimiento hallamos a una reforma laboral cuyos únicos objetivos han sido recortar los derechos de los trabajadores y trabajadoras y facilitar una devaluación salarial profunda. Así, la caída de los salarios propugnada desde el gobierno del PP y ejecutada sin miramientos en las empresas ha contribuido significativamente a la contracción de la demanda porque las familias al contar con menos dinero han reducido sus gastos drásticamente y, por tanto, su nivel de bienestar. Al empeoramiento de las prestaciones sociales y los servicios públicos de todo orden pues la recaudación de impuestos vía trabajo ha descendido a resultas de ella. Y, además, ha generado una situación inédita en nuestro país que solo el 35% de los desempleados que encuentran un empleo logran salir de la pobreza. La devaluación salarial también ha propiciado el efecto sustitución, es decir, la desaparición de empleos de calidad, cualificados y con buenos salarios, a favor de aquellos que exigen una menor formación y son peor remunerados.

La UGT no acepta que éste ese sea el camino del futuro, no acepta que la salida de la crisis se produzca por la senda del empobrecimiento. La situación descrita es insostenible e impide no solo la recuperación económica en términos generales sino el desarrollo de una vida digna a los trabajadores y trabajadoras a título individual. España crece en pobreza y desigualdad social y no debemos consentirlo. Así, desde la Unión hemos elaborado unas líneas de actuación que han sido presentadas en el documento "Hacia un nuevo modelo económico y social en España" que se asienta en las actuaciones aprobadas en nuestro 41 Congreso Confederal y en las que se afirma con rotundidad que los salarios no son el problema sino una parte fundamental de la solución.

Es absolutamente necesario que los salarios ganen en poder adquisitivo para que se produzca la recuperación de la demanda y los niveles de bienestar de la clase obrera. La austeridad aplicada a los salarios solo ha generado desempleo, desigualdad y exclusión social. Que se produzca un cambio en el modelo productivo sobre el diseño de un plan de reindustrialización basado en I+D+I que procure la mejora de la productividad y una salida de la crisis duradera. Un modelo que garantice salarios dignos y empleos de calidad con capacidad para contribuir al sostenimiento de las prestaciones sociales y los servicios públicos. En definitiva, que permitan el reforzamiento del Estado de Bienestar porque creemos que una redistribución de la rentas que tenga en cuenta a aquellos que se hallan en peor situación es la única respuesta posible frente a las desigualdades.

Es nuestro compromiso exigir y luchar porque se derogue la reforma laboral, porque el Gobierno y la patronal reconozcan un papel mucho más activo de los salarios, los servicios públicos y la inversión pública en la solución de la crisis. En ello estamos. Pero, entre tanto, no olvidamos que tras varios años de crisis el paro entre los que llevan dos años o más en desempleo ha aumentado un 10%. Pensando en ellos exigimos también al Gobierno que tome medidas urgentes, que aborde la elaboración de un plan de choque que contemple su contratación, formación y una renta activa de reinserción. Hablar de recuperación económica es inverosímil con casi seis millones de parado y con el resto de la población activa empleada recibiendo salarios que apenas si les alcanzan para vivir con dignidad.