Vuelta al cole

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LucioTeran

Ciudad Crujiente. Dos de la tarde. A las puertas de un colegio. Los niños están a punto de salir. Tal vez entre ellos se encuentran futuras personalidades de la ciudad, empresarios, médicos, abogados, maestros, artesanos, e incluso políticos (qué se le va a hacer). Un montón de padres y abuelos esperan a los churumbeles.

-Ay, Piluca, pues sí; cómo se hacen mayores, ya están acabando la Primaria. Parece que fue ayer cuando mi Andresín jugaba con los bloques de construcción junto a tu Pedrito.

-Qué bien lo sabes, Anuchi. Aiiins. Se pasaban horas construyendo en el parque. Qué pasión por construir. Eran tan entrañables...

-Y con ellos solía jugar Marquitos. ¿Te acuerdas?

-Cómo no me voy a acordar. Qué obsesión con poner los bloques en la hierba. Tooodos los jardincillos del parque llenos de bloques. "Ahí, no. Cariño, en las zonas verdes no se puede construir" le recordaba siempre su mamá.

-Mira allí a lo lejos: la madre del pequeño Francisco. La pobre no sabe qué hacer, su pequeño siempre está cambiando de baby: se pone el rojo, el verde, el azul... Nunca repite el color del baby.

-Uy, calla, calla. Peor está doña Manolita, su nieto no consigue hacer amigos. Solo sabe llevar la contraria a todos sus compañeros de clase.

-Sí, está de un insoportable atroz. A mi Andresín le dijo que iba a compartir pupitre con él, pero al día siguiente entró a clase de la mano de Martuca, la hija del Pichucas.

-Uy, sí. Martín el Pichucas. Ya se sabe: de padres gatos, hijos michines. Qué valores enseña a su hija... Ay, madre.

-Y ¿qué me dices del pequeño Nicolasín? Cuqui me ha dicho que falsificó la firma de su padre en el boletín de notas.

-Caray. ¡Dónde vamos a parar! ¿Qué dijo su tutor?

-Nada.

-Ayer fue el cumpleaños de Mariuca; sus compañeros le cantaron "Cumpleaños feliz" y su mamá trajo rectángulos-de-masa-crujiente-con-una-tapa-de-azúcar-molido-y-clara-de-huevo.

-Es normal, su mamá siempre está con ese asunto en la boca. Pero me han dicho que no las hace ella en casa... Son compradas.

-¡No! ¡No me lo puedo creer! En Ciudad Crujiente, ¿quién no sabe elaborar rectángulos-de-masa-crujiente-con-una-tapa-de-azúcar-molido-y-clara-de-huevo?
¿Te acuerdas aprendimos con tu tía Ricarda?

-Cómo no me voy a acordar. Ya lo dice un refrán local: "No saber elaborar un rectángulo, da muy mal espectáculo".

-Esa rima asonante nunca me gustó. Más que poeta local, nos tocó un junta letras.

-¿Has visto al pequeño Jacintín? Qué grande está, qué estirón ha pegado este verano.

-Ya lo creo. Ayer estuve con su padre, Jacintote. Me comentaba que Jacintín ya sabe qué quiere ser de mayor.

-¿Sí? ¿Qué?

-Lo mismo que su papá. Dice que admira a su papá porque tiene a centenas de personas a sus pies.

-Normal ser enterrador tiene la ventaja de que nadie te chista.

-Claro, hija. Lo que no sé es si se conformará con el sueldo. No es muy alto.

-Bueno, siempre puede sacar unas perrucas extra como concejal.

-Mira, el papá de Gustavín. Su hijo acaba este año la Primaria. Pero no veas que disgusto tienen en casa. No quiere estudiar y el padre le ha dicho que, si no acaba el Bachillerato, irá a trabajar en el negocio familiar.

-Los padres de Gustavín tienen en la ciudad cuarenta tiendas. Claro, el nene sabe que no le va a faltar nunca nada.

-Dios da pan a quien no tiene dientes.

-Exacto. Ver para creer.

-Así son las cosas.

-Y no queda otra.

Salen Andresín y Pedrito juntos y de la mano. Piluca y Anuchi les sonríen, les besan y les preguntan qué tal la mañana en el colegio. Habrá que esperar unos lustros para saber a qué han llegado.